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Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón te lo inventas.

Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Pero yo dije: Oh Dios, fortalece tú mis manos.

10 Vine luego a casa de Semaías, hijo de Delaías, hijo de Mehetabel, que se encontraba detenido; el cual me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte.

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